
Como la de aquella lejana mañana en que eché a correr descalzo por las orillas del mar y nadie pudo alcanzarme. La maestra de la escuela quería obligarme a que usara zapatos, y como yo estaba acostumbrado a caminar descalzo, sintiendo la arena entre mis dedos, cuando me calzaron por primera vez sentí que mis pies se asfixiaban, que mi cuerpo entero se asfixiaba. Y ahí mismo tuve mi primer ataque de rebeldía, mordí la mano de la maestra con toda la fuerza de mis dientes y empecé a correr. Me escondí en la cueva del manglar hasta que mi padre tuvo que enviar a mis ochenta y siete primos a buscarme. Y todos mis primos me buscaban a los gritos, diciéndome que volviera, prometiéndome que nunca más me iban a calzar.
Sí, rebelde. Rebelde desde chiquito. Desde los seis años. Desde entonces empecé a optar por Ser. ¿Acaso otros no optan por Tener?
Yo te poseo a ti. Tú me posees a mí. Todos bien concentrados en ese único afán.
En la época de las posesiones -de mi padre, aclaro-, viví en un departamento de décimo piso, en el barrio norte de esta lluviosa ciudad. Era el tiempo de la bohemia con dinero y el bazuco llenando el cerebro y los pulmones a todo vapor. Los dientes flojos y la mirada turbia. Para lo que había que ver, me bastaba con el torbellino de efectos especiales que creaba a mi paso. Tenía armada una bazooka en la terraza del edificio porque me había dado por pensar que los pilotos se podían quedar dormidos a la hora de la siesta y yo subía a la terraza llevado por mis escasos arranques de responsabilidad hacia el prójimo y tacatacataca, le disparaba al pájaro volador hasta constatar que los pilotos se dirigían sin problemas hacia la pista del aeropuerto y aterrizaban sobre el pavimento gris-lustroso.
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3 comentarios:
Dios
que prosa
tan grosa
SANDINO?
Maestro
ese tesxto lo robo dian
no mi vida!, la historia es como contada por el hermano de Sandino, de charlas largas que llegamos a tener en algun momento de suya sobriedad....
me recuerda un librito y al jardin de infantes, y a un señor en nueva york que construía un barco en la terraza de su edificio, hecho celuloide en una película de Jarmusch.
dejo mis saludos mis respetos.
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